martes, 15 de noviembre de 2011

Cría cuervos y te sacarán los ojos

La frase con la que se titula puede ser tranquilamente un lugar común. No obstante, es precisa a la hora de hablar de la relación entre las hinchadas y los jugadores.  La mayoría de los futbolistas -más aun los del ascenso- tienen que convivir día a día con los barras bravas. La cercanía que existe entre estos dos grupos hace que exista un acuerdo tácito entre ambos.






"Se lo dedicamos a toda esta gente que sin ellos no hubieramos podido" suelen decir los jugadores cuando ganan un partido importante o un campeonato. Los mismos protagonistas ceden parte de su gloría a los hinchas. Esta entidad brindada por los jugadores hace que los fanáticos piensen -y de verdad se lo creen- que tienen un rol importante en el resultado. Sin embargo, la realidad marca que los que compiten son los propios futbolistas. Es decir, si el primer central no alcanza a cortar un centro y el centrodelantero rival la empuja, el error es del 6 del equipo y solo de él. Mientras que  si el mismo jugador va al área contraria y se anticipa a su marcador y la clava en un angulo, el gol es de todos. Una locura.

De igual forma, lo preocupante no es que todos creamos que el gol es propio. Lo que asusta es que la hinchada aprovecha la entidad -que por convención los futbolistas le dan- para reclamar si existe un error. Además los simpatizantes no se quedan solo en un inocente reclamo, sino que el petitorio puede venir acompañado de insultos, agravios y aprietes. A su vez, lo peor de todo no es este apriete sino la forma que tienen los mismos jugadores de responder a estas cosas. En la gran mayoría de las ocasiones, se suelen escuchar frases como: "La gente tiene todo el derecho a estar enojada con nosotros y a insultarnos". Dicho en otras palabras, los futbolistas aceptan que lo puteen. 

Así como en 1984 a Ampleforth los propios hijos lo entregaron a la justicia por haber tenido accidentalmente pensamientos en contra al Gran Hermano, tal como el les enseñó. Los hinchas aprovechan el lugar que le da el jugador para condenarlos si cometen un error.

 Por otro lado, cuando no se logra el objetivo buscado, los jugadores aceptan y respaldan los agravios de los fanáticos a quienes le permitido insultarlos y hasta agredirlos

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